sábado, 30 de marzo de 2013

Culorroti, adalid de la prensa

La Farmacia

Al volver de un viaje a Rosario, debido a mis funciones, me llaman de una radio y me preguntan si yo había clausurado una farmacia. Estaba cansado, hacia calor y era un viernes. Sin decirles ni si ni no les dije que el lunes me llamen de nuevo, que les iba a informar. No tenía ni la menor idea.

El lunes a primera hora llamé a la encargada de la inspección de farmacias y me informó que ante un llamado del colegio de profesionales respecto de medicamentos (anticonceptivos) con una etiqueta "Uso oficial" que habían sido comprados en una farmacia cercana a un gran hospital, habían decidido inspeccionarla y habían encontrado los medicamentos con aquel rótulo. La farmacia había sido clausurada por una semana, se había iniciado un sumario y se sabía que la droguería que el farmacéutico aducía le había vendido los fármacos estaba radicada en otra provincia. Esto era un problema porque implicaba gestiones muy indirectas y tiempos demasiado extendidos.

Cuando me llamaron de la radio les dije todo, sólo cambié el motivo de la inspección, porque el farmacéutico podía argumentar que lo estábamos persiguiendo y dije que era una inspección de rutina y que habíamos encontrado medicamentos con un rótulo que no correspondía con la comercialización. Por ende, el expendio de medicamentos fue clausurada.

Los del programa me presionaron todo lo que pudieron para que dijera que la inspección se había motivado en la denuncia que ellos estaban propalando. Incluso habían inventado todo un cuentito de que los fármacos habían sido robados en el hospital cercano a la farmacia. Averigüamos en el hospital y no había faltantes, además de que la leyenda que habían hecho estampar en los anticonceptivos era otra, diferente de la de los irregularmente expendidos  

Mientras se pedía a la provincia vecina que se investigara a la droguería vendedora para ver si los fármacos realmente habían sido vendidos por ellos y, en tal caso, si eran legales o provenían de alguna vía ilegal, el programa de radio de marras, conducido por un tal Culorroti me fusilaba sin piedad, sugiriendo que protegía un ilícito o bien que era un inútil. Esto tenía a mal traer a los idiotas de mis jefes, siempre tan sensibles a los medios mafiosos y a las presiones de los poderosos. Querían que fuera a la droguería de la otra provincia ilegalmente pasándome por el culo el principio de federalismo. Yo trataba de explicarles que los laboratorios fabrican medicamento de más ante una licitación, por la posibilidad de que el estado les compre un 20% más de lo licitado. Cuando eso no sucede deben rehacer los blisters, pero a veces el laboratorio incumple eso y los vende a alguna droguería poco cuidadosa y llega a parar al comercio. Igualmente es una infracción, pero menor.

Durante cerca de un mes, o más, Culorroti se ensañaba conmigo y mis preclaros superiores flameaban como una vela en el viento. Parecía imporatarles más esta presión que el hecho de hacer las cosas bien. Sabíamos por el dueño de la farmacia que el "periodista" lo chantajeaba para que anuncie en su programa. El  que yo dijera que la inspección había sido motivada por su denuncia era consustancial al chantaje. ¿Se entiende el interés y la insistencia en que yo reconozca el protagonismo del programa en el tema?

A mí me llamaba la atención que el resto del periodismo santafesino no se plegara al castigo hacia mí pero, claro, se ve que conocían a su colega y su particular negocio.

Los palazos continuaron hasta un jueves. El viernes se empezó a escuchar la publicidad de la farmacia durante el programa y el acoso terminó.

Pocos días después recibimos de la provincia vecina el informe con la factura del laboratorio hacia la drogueria y verificamos que la historia del dueño de la farmacia era verdadera. Era tal cual yo le decía al idiota del Ministro y al Subsecretario. 
 
Los presidentes de comuna, 

Unos años antes de aquel incidente, trabajando en el tema Comunas (entes de gobierno de nivel local con poblaciones de menos de 10.000 habitantes), muchos presidentes de comisión comunal nos contaban que recibían chantajes de "periodistas" para que anuncien en sus programas. De no hacerlo, las críticas eran terribles.

Recuerdo un caso muy jocoso de comuna, llamémosla por caso "Salix Añoso", que pasó, segun la linea editorial del programa, de ser el quinto infierno a ser un paraíso ideal para el turismo, el descanso y la instalación de casas de fin de semana. ¡Y fue de un día para otro!

Uno de los periodistas implicados en estos chantajes era un rubiecito de apellido alemán y cara de inocente, que hace rato que no lo veo. El otro era nuestro conocido Culorroti.


Corolario:


Hace uno años, mi hijo liberal me oponía, a mis elogios a Cuba: "¡Pero en Cuba no hay libertad de prensa!" Casi indignado me lo decía.

En Cuba puede que no haya libertad de empresa periodística, pero sin duda que lo que no hay es desnutricion infantil, todos los niños tienen atención medica y educación adecuada y pueden llegar a la universidad. Tienen mucho más que nosotros en ese sentido. Más que los yanquis incluso.

En Cuba no están los medios de comunicacion de Murdoch o Magnetto o de otros multimillonarios por el estilo. Y eso es bueno.

Teniendo aquello en cuenta, me cago en la libertad de prensa, sobre todo en la de Culorroti.




 

Esteban Cámara
Santa Fe, 30 de marzo de 2013

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