viernes, 2 de agosto de 2013

El estéril debate resultadismo-virtuosismo

Yo sé que no es un tema que esté en el foco en este momento, ni tampoco es un tema importante. Creo que lo escribo para variar un poco la temática, para salir aunque sea por una nota de la política, la ideología, la historia, Cuba y otros temas que me han apasionado últimamente.

Me refiero al absurdo debate que hace algún que otro periodista sobre resultadismo versus virtuosismo en el fútbol. O virtuosismo versus resultadismo.

Empecemos por definiciones:

Resultadismo: es la búsqueda de ganar a cualquier costo. Lo importante es salir campeón, no importa que se juegue bien o se juegue para la mierda. Sólo vale la posición final. En cierto sentido, pareciera que sólo les producen goce las estadísticas.

Virtuosismo: consiste, aparentemente, en la pretensión de jugar bien sin importar la posición, el resultado. El 'jogo bonito' manda. Un importante referente de esta postura decía que si vos jugás mal y encima salís segundo, defraudaste todo el campeonato. Pareciera que el seguidor de este estilo sólo disfruta con los caños, rabonas, pisaditas, sombreros y fintas. A veces alardean de que eso vale la pena aunque el equipo pierda 5 a 0. Yo sospecho que no es así.

Me doy cuenta de que habría una 'tercera posición' (sí ¡AQUÍ TAMBIEN!), la posición del huevo, huevo, huevo. Pero sospecho que sólo es una defensa, un consuelo, algo colateral cuando fallan los dos anteriores y el equipo pierde y, encima, juega mal. 

A ver, yo tengo 40 años de tribuna (52 de vida) y mucho más que 40 de fútbol, supongo que jugué mi primer partido más o menos formal hace unos 46 o 47 años. Me sorprendería sobremanera enterarme de que haya un equipo añorado por sus jugadores y que se haya ido al descenso. Inclusive, dudo de que se haya considerado que jugara bien un equipo que terminara por mitad de tabla o poco más o menos. Alguna vinculación pareciera que hay entre las dos posturas porque en general los equipos que se considera que jugaron bien no llegan mucho más atrás en la tabla de un ... ¿6° puesto?

Yo sospecho, casi que estaría dispuesto a jurar, que ambas cosas están bastante relacionadas y que las posturas extremas son sólo exageraciones que esgrimen los deponentes al sólo efecto de hacerse los originales. Una cosa curiosa es que los "progresistas" en política suelen manifestar bastante asertivamente su adhesión al virtuosismo. No obstante, en la otra vereda, los cultores del resultadismo no reconocen, en general, pertenencia neoliberal o capitalista o reaccionaria o conservadora. Y la verdad es que hay resultadistas 'liberales' y resultadistas 'progre'. En definitiva la política se suele medir por sus resultados (cagamos, dirá a estas alturas el hipotético lector, ya empezó a romper las bolas con la política) más que por las formas, sin independizarse totalmente. Y, por otra parte, a mi juicio, en mi experiencia, en mi opinión, el gusto futbolístico no se correlaciona muy bien con la ideología social y la política.

A ver, vayamos a la microfísica del juego (¡gracias, Michel!): supongamos un jugador muy hábil: sus fintas son elegantes, pisa la pelota deshonrando a sus oponentes, patea bien, hace tacos y jueguitos espectaculares. Pero cuando está por hacer un gol le erra al arco o patea muy débil o, por cualquier causa que fuere, la pelota no entra en el arco. Pareciera tener volutad propia, la hija de puta de la pelota, y se queda en las manos del arquero, o pica en un yuyito imperceptiblemente más alto que el de al lado y se va a fuera, o pega en el palo y se va por la línea del final de la cancha buscando casi el banderín del córner o rebota hacia un defensor o el arquero, o pega en una paloma que pasa justo por allí, desorientada, y se pierde por arriba del arco rozando el travesaño. Pobre paloma. O bien el jugador tan hábil, que juega 'tan lujosamente', con 'tanta técnica', es encimado por tres o cuatro contrarios y éstos le quitan el esferoidal útil de sus desvelos o, cuando quiere dar el pase, una sutil imprecisión hace que le caiga a un oponente en vez de a su compañero. O ese centro, o córner, perfectamente ejecutado por el hábil, con la comba perfecta y la caída soñada cae siempre (¡siempre!) en la cabeza de un defensor en la tómbola caótica del área o por un par de centímetros de vuelo en exceso sobra a la cabeza del atacante. Y siempre así. 

Lo lamento, pero ese jugador, tan hábil, no llega a primera. Ni siquiera a reserva. Sospecho que a más tardar en 5ta. división lo limpian de todo club sobre la tierra.

Igualmente, un técnico, por bien que juegue su equipo si no gana en, digamos, 5 fechas, seguramente va a ser echado. Todo esto pareciera apuntar a que el resultado es más importante que el juego. No es algo que me guste, pero no encuentro argumentos que desmientan a éstos. No estoy muy seguro tampoco de que el 'buen juego' sea tampoco tirar caños y lujos en el campo de juego. Más bien a esos chiches dejémoslos para el entretiempo cuando entren los malabaristas a entretener a la concurrencia. Tampoco duro más de 15 minutos viendo en la tele un partido en donde los jugadores marcan perfectamente a sus rivales pero ningún equipo da dos pasos seguidos a sus propios compañeros y no hay situaciones emocionantes.

Ojo, esto no es una denostación del virtuosismo, no estoy diciendo que es mejor el resultadismo. Es evidente que un equipo que salga campeón jugando mal, dentro de los pocos casos que conozco en los que se puede decir que un equipo campeón 'jugó mal' la mayor parte del campeonato, no va a enamorar a nadie. Lo mismo cuando el segundo, el subcampeón, fue el mejor (puede que Holanda del '74, o Huracán del Clausura 2009, a mi juicio sean los únicos casos a mi alcance). En este último caso la gente prefiere recordar al segundo. Pero cuidado, estamos hablando de diferencias mínimas en los resultados. Nadie recuerda el juego del equipo que finalizó 11° en las grillas. Salvo, claro, los hinchas de equipos que nunca terminaron por encima del puesto 15...

Un último argumento grita que obviamente ni el más idílico cultor del virtuosismo va a salir a jugar a perder, pero que el jugar bien ayuda al resultado, siempre y cuando el objetivo sea jugar bien y no ésto último. Y los resultadistas saben que, jugar bien, garpa. Eso sí, después de ganar. Entonces pareciera que la diferencia entre ambos radica en la 'estrategia primaria'. Un conocido payaperiodista futbolero televisivo suele pontificar que la diferencia fundamental radica en si el técnico imagina el partido con la pelota en su poder o en poder del contrario. Malas noticias, payaperiodista, la pelota no reconoce propietario durante el partido. El día en que vea un técnico que ponga 10 jugadores de campo virtuosos (incluso te diría que más de ¡5!), regalo la entrada o programo en mi TV el canal que transmita la copa mundial de patinaje artístico sobre hielo. Todo técnico mínimamente probable sabe que la tenencia del esférico va a ser compartida y que el partido reconoce dos momentos: "cuando a la pelota la tenemos nosotros" y "cuando al útil lo tienen ellos", es inevitable. Que tratemos de tenerla nosotros el mayor tiempo posible es bueno, pero nunca nadie deja la defensa a la bartola, de poder prepararla un poco. Bueno, algún técnico así he visto, pero duró a lo sumo seis partidos en su puesto.

Del otro lado también es ridículo. La pretensión "salgan a ganar dos a cero", es una reverendísima idiotez. Para ganar hay que hacer goles y esos goles requieren jugadas. Nadie sale campeón proponiéndose resultados. 'Vengo a salir campeón': cuando escuchen que un técnico dice esto no compren el abono, si todavía pueden evitarlo. Créanme, lo más seguro es que no valga la pena el gasto.

¿Y entonces, Esteban?, puedo escuchar esta pregunta de parte del lector lo suficientemente masoquista como para llegar hasta esta altura. El asunto no pasa ni por el resultadismo ni por el virtuosismo. La cosa pasa por la eficacia. Es lindo ver una gambeta, pero sólo si después la pelota termina en el fondo del arco contrario o, al menos, en los pies de un compañero del equipo del que gambeteó. Es lindo ver un centro bien tirado, pero sólo cuando de vez en cuando cae en la cabeza de un compañero. Es lindo ver un taco, una rabona, pero a mí se me olvida ipso facto cuando la pelota termina quedando en poder del contrario. 

Y a los amantes del resultadismo les digo: El resultado es una construcción, mayormente. Es cierto que hay resultados azarosos, inmotivados como por ejemplo cuando un equipo inferior mete dos goles en los primeros 10 minutos, de pura casualidad. Pero nadie puede, es axiomático, plantearse ganar por el esquivo azar. Si quieren resultados, van a tener que tener eficacia.

El principal ejemplo que yo veo para mi postura eficacista (así la defino) es que, el mejor equipo de la historia, a mi juicio el Barcelona del 2008 hasta hoy, no hace jueguitos. Juega a dar pases simples, con jugadores que se desmarcan permanentemente y le dan al compañero poseedor del balón, dos o tres opciones de pase. No juegan a la fantasía por la fantasía misma. Si un jugador gambetea, o hace un taco o un caño, lo hace porque eso es lo mejor para el progreso del juego, no para que el cornudo de la platea se sienta un poco menos infeliz temiendo que su mujer en ese preciso momento esté en un telo con otro tipo. Ojo, esos pases tampoco tienen que ser temerosos o simplemente conservativos, tienen que tener el sentido de progreso ofensivo. Pases simples, que lleguen bien al receptor, con sentido de progreso del juego, de creación de opciones de gol. Presión para recuperar la pelota cuanto antes, no jugadores que estén pendientes de la pantalla gigante del estadio cuando al útil lo tiene el contrario. Concentración, eficacia, sentido del juego en equipo y deseo de ganar. Los malabarismos no sirven. Nadie mínimamente coherente sale de la cancha diciendo, hicimos más lujos que el otro equipo o tuvimos más la pelota: fuimos mejores (y resulta que perdieron cinco a cero). Aquellas estadísticas no sirven para nada. Si creamos muchas más situaciones de gol, y aún así perdimos, hace falta que pongamos a practicar definición a los jugadores ofensivos. Y si así y todo no la embocan, cambiémoslos. La falta de eficacia ofensiva es uno de los principales problemas del fútbol y lo peor que tiene es que muchos hinchas pelotudos se conforman con decir '... perdimos pero creamos X situaciones de gol'. Ése es el síntoma de que algo anda mal en el equipo y hay que cambiar, no es ningún consuelo.

En definitiva, ni resultadismo ni virtuosismo. Apuesto mi reino (en caso de tenerlo) por la eficacia: Si con cierta frecuencia en cada partido damos 5 pases consecutivos bien dados y con sentido, vamos a crear situaciones de gol. Y si en defensa (esto es: cuando al balón lo tiene el contrario, no me refiero a la distancia del jugador de campo al propio arco) el equipo es eficaz en desbaratar los intentos del adversario y uno de nuestros compañeros la manda adentro del arco contrario al menos una de cada cuatro posibilidades, casi apuesto a que vamos a salir campeones. Y si no salimos campeones vamos a andar bastante cerca. Y la gente va a recordar nuestro equipo con cariño.

Por lo subsecuente: Métanse el resultadismo y el virtuosismo por el ojal.

Buen fin de semana.





Esteban Cámara

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