miércoles, 11 de diciembre de 2013

Elogio de la firmeza

Ya me estoy hartando de los buenos modales, de las buenas formas, de la tolerancia con todos, aún con los enemigos del pueblo. El respeto por los irrespetuosos, por los egoístas, por los especuladores y agiotistas, con los explotadores del trabajador, por los estafadores, ya no me va.

Ayer y anteayer murieron argentinos en una traición de la policía. A la policía les dimos las armas para que nos defiendan, no para que nos la apunten a la cabeza haciéndonos rehenes. Es necesario que se los despida y se los mande a la cárcel, ya,  a los responsables y a los amotinados, y se los haga cargo de los desmanes, daños y pérdidas que sufrieron los vecinos y comerciantes. Que paguen con sus bienes y con la cárcel la traición de estos días. Lo único que falta es que den un golpe de estado como si fueran los militares de los setenta. No podemos permitir que nos tomen de rehenes porque si no, el año que viene va a ser peor. Es una lucha a muerte, o ellos o nosotros. Yo he visto con mis propios ojos policías amenazando con un arma a todo el pueblo, a metros del despacho del gobernador de mi provincia, en medio de un pseudo reclamo salarial. ¿Hasta cuándo se los vamos a permitir?

También estoy cansado de los periodistas que agreden, injurian, calumnian y ensucian todo el tiempo. Hay que tomar medidas contra ellos, judiciales o de las que sean.

Con los especuladores y agiotistas, como los terratenientes que acaparan soja para causar problemas al país, hay que quitarles los silos bolsa por la fuerza y rematar los granos, mientras se les sustancia causa por desabastecimiento y traición. Y que terminen perdiendo los campos si persisten.

Y con los comerciantes y empresarios que generan inflación hay que hacer lo que hicieron en Venezuela, intervenir las empresas y vender los productos a precio justo. Y si reinciden, expropiarlos. Así, de una por el bien del pueblo.

Hay que terminar con esa costumbre de tomar por idiota a todo un pueblo, están haciendo uso y abuso de nuestra tolerancia y buenos modales para sus fines egoístas.




Esteban Cámara

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