sábado, 21 de octubre de 2017

Sobre originarios y aborígenes

Hace poco leí una discusión filológica sobre el término aborigen y si debiera justificarse o no su uso. La mayoría de los opinantes concluían que quería decir 'hacia el origen', o algo así por lo que su uso era sinonímico de 'originario' y más simple. Por lo tanto, mejor.

No coincide con lo que yo puedo testificar.

Hace exactamente tres décadas, leyendo una investigaciòn como material de base para una monografía de fisiología del aparato digestivo me encontré con una frase del tipo: "... el contenido gástrico se mueve en sentido aboral".

Jamás había leído esa palabra, aboral, así que fui a consultar a mi diccionario médico. Encontré que quería decir "sentido opuesto a la boca", o sea, hacia el extremo distal del apartado digestivo. El culo, simplificando. Pero no debo ir hacia lo escatológico. No debo.

Ampliando esa definición con otro libro, esta vez de antropología, leía que ab-origen era uno de los términos que se habían elegido, junto con indígena, en los comienzos de la conquista. El sentido era descalificatorio, las culturas originarias era aberraciones que iban "en contra del origen", desviadas, degeneradas. 

Culturas DE-GE-NE-RA-DAS. Y por ello, debían ser exterminadas.

Escribo esto en medio del dolor de la aparición sin vida de Santiago Maldonado, un chico rubio de ciudad (La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, Argentina) que dio su vida porque los originarios recuperen algo, alguito, una mínima tierra y dignidad (que para las culturas originarias eran casi palabras sinónimas). Y dio su vida en una lucha desigual, con palos y piedras contra gps, handys, armas largas, vehículos militares y uniformados acorazados. Fue hundida su enorme y joven humanidad en las frías aguas patagónicas para que Benetton, Lewis y otros ricachones (no importa mucho si argentinos o extranjeros, aunque sean esto último) puedan seguir acaparando los recursos de esos mismos pueblos (a quienes la derecha ignorante les niega pertenencia) que llevan allí siglos, milenios. Nuestros recursos.




Esteban Cámara
Santa Fe, 21 de octubre de 2017

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