miércoles, 20 de junio de 2012

Una tragedia cada día desde hace 60 años

Antes que nada vuelvo a aclarar que soy peronista y estatista. Apoyo a su vez a este gobierno: no me puedo olvidar de los muertos, el hambre y los saqueos del neoliberalismo que estallaron en el 2001. Del 2002 de “Lecops” y angustia por no saber siquiera si íbamos a poder pagar las cuentas, mucho menos la comida de los chicos. Este gobierno nos sacó de allí. Claro, eso no tiene nada que ver acá, es sólo una aclaración para que no me elogien los gusanos.
Pero el tema ferrocarriles me tiene podrido: DEJÉMONOS DE JODER CON LOS FERROCARRILES. Y no me refiero sólo al gobierno, es un problema cultural y social. El problema soy yo y sos vos. Es Schiavi, Mondino, el pollo Sobrero y hasta … Pino Solanas. Basta de paja mental con este tema.

Desde la época en que se estatizaron en el primer peronismo hasta la privatización vergonzante de los ’90 los dejamos caer. Dejamos que se pudran los durmientes y oxidar las vías, que en su mayoría datan de hace más de 60 años. Los empleados de los talleres, lo sé de primera mano, se robaban las herramientas que eran de todos nosotros. Otros empleados del ferrocarril estatal trataban como perros a los viajantes. Los políticos y militares mientras tanto llenaban su plantilla de amigos, parientes y vecinos. De los que ahora llamamos ñoquis. Lo lamento por la memoria de Perón, pero esto es así.

Tuve la oportunidad de viajar bastante en el ferrocarril estatal durante los años ‘70: una mierda. Salía a la hora que se le antojaba, los coches estaban sucios y viejos. Las formaciones a veces descarrilaban y era lógico por la falta de mantenimiento de la infraestructura.

Cuando veo las idealizaciones idiotas al estilo Pino Solanas me dan ganas de suicidarme fumándome una crapodina. Nunca fue. Yo sé que estoy siendo políticamente incorrecto y me chupa un huevo.
Luego vinieron Neustadt y Menem y nos convencieron de que había que privatizarlos porque costaban u$s 200 millones anuales. Menem lo hizo y ganó la reelección. Si fuiste a una manifestación en contra de su privatización te felicito, pero Menem fue reelecto con casi un 50% de los votos.

Luego de la privatización y con apenas un 20 % del servicio prestado en tiempos del manejo estatal, los ferrocarriles pasaron a costarnos 400 millones de dólares anuales. ¡Qué pelotudos importantes que somos! Las vías, el material rodante y casi todo lo demás se descuidó mucho más todavía, cosa que no parecía posible. Los subsidios millonarios que pagamos año a año vaya a saber qué mansiones y lujos hicieron posibles.

Este gobierno tiene la culpa. Pero tambien la tienen los distintos gobiernos militares, Menem, Alfonsín, Cirigliano y toda la caterva de hijos de puta, ciegos, pelotudos y soretes que somos TODOS los argentinos, ya seamos gobernantes, pasajeros, empresarios o simples observadores. Es nuestro problema, ¿entendés? Vivimos declamando que los ferrocarriles esto y lo otro, de lo estratégicos que son, del pueblo trabajador que no tiene más remedio que usarlos, del transporte terrestre más barato. Que aquello y que lo otro. Puras boludeces. Boludeces porque nunca hacemos nada que no sean “ruidos vocales”.

Yo quiero que los ferrocarriles se vuelvan a estatizar. Pero cuidémoslos. Cuidemos las vías, cuidemos los frenos, los pasajeros, los edificios, las máquinas de los talleres (y los talleres), los vagones y locomotoras, los horarios, los asientos. Y etc., etc., etc. Hagámoslo bien esta vez, para variar.

Cuidémoslos los pasajeros, los empleados, los periodistas, los políticos. Todos.

Hace unos meses en una nota que publiqué en FaceBook (https://www.facebook.com/note.php?note_id=10150360267251046) advertía sobre “el estatismo a lo bobo”. Decía que las empresas del estado debían manejarse con estándares de calidad y eficiencia. Uno de los ejemplos que puse fueron, precisamente, los ferrocarriles. No basta que sean estatales: los pasajeros deben ser tratados con seguridad y dignidad. Nadie me lo va a reconocer. Parece que nadie me lee, incluso, pero fue premonitoria.

Y si no los estatizamos, entonces, controlemos que quienes los manejen lo hagan bien y no sean simplemente una máquina de embolsar subsidios. Y no es tarea solamente del gobierno: es de TODOS.


Esteban Cámara
Santa Fe, 24 de febrero de 2012

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