martes, 9 de octubre de 2012

Asesinato de Ernesto "Che" Guevara

¿Qué se puede decir del Che que ya no se haya dicho? 

Nada, voy a dejar hablar al ejecutor de la orden de asesinato, el sargento Mario Terán, quien la recibió directamente del agente de la CIA Felix Ismael Rodríguez, del que dice que la recibió directamente del Presidente de Bolivia:

"Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: «Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: «¿Qué han dicho los otros?» Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: «¡Eran unos valientes!» Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!» Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto."

Fue un 9 de octubre de 1967 en La Higuera, Bolivia, luego de asesinar también a sus compañeros de la guerrilla, capturados junto con él. La orden partió del mismísimo dictador de la Bolivia de entonces, General René Barrientos, alineado ferozmente con los EEUU.

Hasta la victoria siempre, Comandante.




Nota: Capturado y ejecutado por un ejército latinoamericano servil a los EEUU y con la intervención de agentes de la CIA cuyo cometido era exclusivamente matar al Che, resultan ridículas las acusaciones contra Fidel por ésto. El Che era un hermano del alma para Fidel y puedo asegurar la amargura que le causó, en primer lugar la decisión de Ernesto de alejarse para combatir en Bolivia, y luego, particularmente, el doloroso desenlace "(Me costaba trabajo aceptar la idea de la muerte del Che. Muchas veces he soñado, a veces le he contado a la gente las cosas que uno sueña, y he soñado que estoy hablando con él, que está vivo; una cosa muy especial, una persona de la que a uno le cuesta mucho trabajo resignarse a la idea de su muerte. ¿A qué obedece eso? A mi juicio, es que tiene una presencia siempre permanente en todo. Ocurre su muerte a distancia, a muchas millas de distancia de nuestro país, y te digo que la idea de la muerte del Che era algo a lo que uno no se adaptaba. Me pasaba al revés que con otros compañeros, a pesar de que muchas veces hemos perdido compañeros en la lucha, hemos visto morir compañeros. Te diría que uno tiene la impresión de una presencia permanente del Che, por lo que simbolizaba, por su carácter, por su conducta, por sus principios. Era un gran número de cualidades realmente excepcionales. Yo lo conocía muy bien, muy bien desde que entré en contacto con él en México hasta que salió del país la última vez. Pienso realmente con dolor que con la muerte del Che se perdió una gran inteligencia. Era un hombre que todavía tenía mucho que dar en la teoría y en la práctica de la construcción del socialismo". 
"Che reunía todas las virtudes de un revolucionario; hombre íntegro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le puede encontrar una sola mancha. Constituyó, por sus virtudes, lo que puede llamarse un verdadero modelo de revolucionario. Leer más: http://www.monografias.com/trabajos14/che-fidel/che-fidel.shtml#MUERTE#ixzz3FYWcaAzL). Fiel a una promesa hecha en los primeros días del triunfo de la revolución cubana, (el Che le había hecho prometer a Fidel que lo iba a dejar partir en algún momento para continuar la revolución en algún otro rincón de la patria grande), no había  ninguna otra cosa que el gigante Castro pudiera hacer sin vulnerar la legalidad internacional y arriesgar alguna acción asesina del imperio en contra de la frágil isla. Los que, desde las cercanías de aquella fallida experiencia boliviana hablan de traición no me sorprenden: traidores y comprados por el imperio siempre hubo y va a haber. 


Esteban Cámara

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