sábado, 28 de mayo de 2016

El necesario cambio de estrategia comunicacional

Cuando terminó la primera vuelta de las elecciones 2015, octubre, mi depresión fue notoria. Me anoté para un plenario ampliado de la agrupación en la cual creí estar militando (digo creí porque jamás me invitaron a los plenarios comunes) y desgraciadamente cambiaron de lugar de realización sin que yo me entere. Luego me daría cuenta de que hubiera terminado chocando con el resto.

Luego sabría que hablaron de repartir panfletos, ir puerta a puerta, de que el debate no se había podido generar en las condiciones adecuadas. Supongo que con esto último se referían al abrumador predominio comunicacional de los medios del poder económico. Pero, malas noticias, si en 12 años no habíamos podido descontar esta desventaja, mucho menos ibamos a poder hacerlo en el mes que quedaba hasta el ballotaje. Así que de debate, olvidate.

Bueno, descubrí amargamente que queríamos cambiar un resultado adverso... haciendo lo mismo que nos había llevado a él.

Yo me había tomado el trabajo de leer infinidad de comentarios de gente que no había optado por nosotros y sabía que esa estrategia no iba a funcionar: la mayoría estaba cansado de que la estemos zamarreando continuamente, "mirá esto!", "mirá lo otro!", o peor aún, tirándoles consignas que solamente para nosotros dicen algo, lamentablemente. 

La estrategia de ir a tirar panfletos al centro de santa fe (transitado justamente por la gente que no nos aprecia, por decirlo suave) o de ir a tocarle el timbre a las viejas interrumpiéndoles la novela (!), yo sabía que no iba a funcionar. Sin ir más lejos yo los puteo a los religiosos que vienen a molestarme en mi casa, así que calculo que la cosa funciona igual del otro lado. Y no nos estábamos dando cuenta. Afortunadamente surgieron sectores afines que hasta ese momento se habían mantenido al margen de nuestra sorda pelea (los científicos por ejemplo, mimados por nuestro gobierno como nunca antes) y logramos repuntar. Aunque no alcanzó.

Apenas un par de meses después, miraba un programa español, Fuerte Apache, conducido por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, con Iñigo Errejón y Jorge Alemán (Psicoanalista, escritor, diplomático argentino, ex funcionario del FPV) como invitados, en donde abordaban nuestra derrota, desde la empatìa, porque somos bastante compatibles. Allí, casi al final (a partir del minuto 44'), Alemán pareció plagiarme: diciendo que él había hablado con gente muy sencilla que había votado en contra nuestra (y suya, evidentemente) y el hacía casi las mismas lecturas que habìa hecho yo (Fort Apache: ¿Cambio de ciclo en Amèrica Latina?). Finalizó su párrafo Alemán diciendo que los movimientos populares debían mostrarse más como la normalidad, ante casi una ovación de Iglesias y Errejón. A partir de allí, los anfitriones contaron una experiencia suya en la Facultad de Ciencia Política cuando casi les ganó una agrupación cuyo lema era "Por una facultad normal" ("...y les ganamos por poco", reconocieron). "La gente se cansa de las heroicidades", ... "la cuestión es construir normalidad revolucionaria, aunque sea un oxímorón" (dice, brillante, Errejón).

Hace bastante tiempo que lo vengo pensando: debemos cambiar algo en la forma de comunicarnos con la gente no politizada. No a todo el mundo le gusta el tono belicoso, admonitorio, la permanente autopresentación como el hecho maldito, disrruptivo; el dedito índice en alto. Creo que hay que dejar de representarnos como la piedra, y empezar a actuar como la vidriera. ¿Por qué no? A la mayor parte de la gente no les gustan los debates que nos encantan a los militantes y, de hecho, nos odian un poquitín por ellos. 

A la mayor parte de la gente le molesta el debatismo permanente, el zamarreo, el intentar convertir en trascendente cualquier decisión. A nosotros, los militantes, nos gusta el debate, pero no todo el mundo está preparado, politizado, formado, culturizado historiográficamente para abordarlo. Parece innata esta diferencia, hasta genética. La gente quiere vivir sin tantos sacudones. Hay que construir una normalidad de otro signo, una normalidad de lo extraordinario (!), del progreso social. Y eso implica cambiar el gesto adusto, el tono de barricada por otro más amable, alegre, inclusivo más que acusativo. Aunque, claro, sin dejar de lado el contenido (¿No decía el Che "Hay que endurecerse sin perder la ternura"?).

Hace poco Podemos (vuelvo al ejemplo español), hizo un acto en una plaza de Madrid, con bicicleteada previa, inflables, payasos y mimos para los niños, mùsica, humor y, finalmente, discurso. Creo que debemos aprender mucho de ahí.

Hay que referenciarse en ejemplos como estos, con su descontracture (sin rebajar un ápice el contenido): su TuerkaNews, sus juntadas de disfrute, música, humor y ... discurso (sobre todo sin perder la mira). Un ejemplo: Pablo Iglesias entrevista a "Pablo Iglesias" en Feis tu feis (vean el minuto 6.56).

Es interesante aclarar que Podemos, creado en 2014, obtuvo 5.5 millones de votos en 2015, un 22% del electorado español y hoy las encuestas lo dan como contendiendo directamente con el PP por el liderazgo de las elecciones a realizarse en junio de este 2016, hoy aliado a Izquierda Unida (Unidos Podemos), ante el fracaso de la anterior legislatura para formar gobierno.

Los que me conocen dirán: - "Vos no sos el mejor ejemplo de lo que estás planteando". Y tienen razón, me consta que para esto hay gente mucho más carismática, simpática, mejor comunicadora, más paciente, etc, Soy tal vez la antítesis de lo que vengo a proponer. Pero no puedo dejar de notar el problema y comunicarlo. 

Tenemos con nosotros la mayor parte de los músicos y actores, deberíamos aprovecharlos un poco. Imaginate una juntada en un parque grande de Bs. As. con La Renga y Capusotto, Kicillof y Sabatella, bicicleteada previa, payasos, castillos inflables para los pibitos. No sé, creo que si le sumamos a eso la revalorizaciòn de nuestras exitosas políticas públicas inclusivas y el bienestar logrado por el grueso de la población, saliendo precisamente de uno de los peores infiernos que hayamos vivido, ¡no nos para nadie!

Espero que mis cumpas no me tilden por esto de traidor (ya me ha pasado) o que me acusen de basarme en el diario 'del lunes': yo planteo un cambio, lo que pasó, pasó (y yo son tan responsable de ello como cualquiera). Tampoco aspiro a que me den la razón. Me basta con que se cuestionen, se re-piensen en su rol militante y la metodologìa de llegada a los no poliltizados, a doña rosa y al verdulero.





Esteban Cámara
Santa Fe, mayo de 2016

miércoles, 25 de mayo de 2016

Corrupcion en la ICIJ: Panamá Papers

Desde principios de 2015, la ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación) tiene en su poder los archivos denominados Panamà Papers, una serie de documentos muy voluminosa (1500 veces mayor en gigabytes que los de wikileaks) que detallan la operatoria, responsables en intermediarios de las  empresas radicadas con fines non sanctos en el paraíso fiscal panameño, en este caso obtenidos de una de las mayores entidades mundiales de creación y sustento de estas bazofias, el estudio Mossack Fonseca.

Aclaremos algo de entrada: ninguna de las diversas motivaciones para establecer una empresa de ese tipo es altruista ni mucho menos. Sus motivaciones pueden ser ocultar la riqueza frente a determinadas responsabilidades legales (desde indemnizaciones y penalizaciones por negligencia empresaria y profesional, por ejemplo, hasta divorcios y cuotas alimentarias de hijos), o lavar dinero proveniente de fuentes ilegales y, la principal, evasión de impuestos, entre otras.

En lo que hace a Argentina, la ICIJ eligió para su análisis a periodistas de La Naciòn y Canal 13 de Buenos Aires (del cual es propietario el nefasto grupo Clarín), claramente relacionados con el establishment, principales defensores del gobierno neoliberal electo en el paìs a fines de 2015 y, para mayor vergûenza, esos mismos medios (o sus dueños) resultaron estar directamente metidos en la propia mierda que sus periodistas (graciosamente autodenominados "independientes") debían analizar y comunicar. 

Estos "periodistas" (en realidad, operadores político-empresarios) fueron Mariel Fitz Patrick (por Canal 13), Iván Ruiz, Maia Jastreblansky, Ricardo Brom y Romina Colman, entre otros (por La Nación).

Pero màs allá del carácter sucio de esos medios, mi intención aquí es denunciar que los periodistas opacamente elegidos por la ICIJ (despreciando a otros mucho más representativos y objetivos, como Horacio Verbitsky, por ejemplo) hicieron un uso nauseabundo de la información: como ellos mismos reconocieron avisaron con semanas de anticipación al gobierno neoliberal de Cambiemos y a su presidente antes de la difusión de la informaciòn.

Sólo en las dos últimas semanas de tregua gentilmente acordada por estos "periodistas independientes", el gobierno logró dos operaciones legislativas de trascendencia: una de ellas la aprobación del acuerdo con los fondos buitre,que hipoteca el futuro del país al mismo tiempo que lo pone en riesgo de perjuicios mucho mayores y la otra fue el acuerdo del Senado para los pliegos de dos nuevos integrantes de la Corte Suprema. Uno de ellos es ex abogado personal de Mauricio Macri y el otro un obsecuente del Macrismo. Ni hablar de las consecuencias que hubiera tenido la información si hubiera sido dada a conocer en la fecha original de noviembre 2015, poco antes del ballotage que consagró a Mauricio Macri.

Esto último no es responsabilidad de los operadores argentinos, fue decisión de efecto mundial de la ICIJ. Ahora: ¿Por qué los medios extranjeros informaron antes que los argentinos de la presencia de Macri en los Panamá Papers? Otra: son notorias las críticas de los medios europeos a los medios argentinos por la protección a Mauricio Macri y la mirada excesivamente indulgente respecto de la responsabilidad propia (dueños y periodistas de La Nación y Clarín) en las operaciones que si no son ilegales, al menos son moralmente vomitivas.

Finalmente, la operadora Mariel Fitz Patrick fue premiada por su caballerosidad con el gobierno oligárquico con un contrato como presentadora del noticiero central del canal estatal. Y eso fue precisamente en marzo de 2016, mientras ella, caballerosamente, caballereaba a los funcionarios ocultando sus trapisondas caballares...

Estas coincidencias no son casualidades sino causalidades. Algo huele a podrido en la ICIJ.


Esteban Cámara
Santa Fe, mayo de 2016



Más complicaciones... y nuevas disculpas

Nuevamente el 06/04 tuve un problema que me hizo casi imposible escribir, y no habiendo terminado de solucionar el problema ocasionado por aquella tormenta hasta el viernes 20/05. Espero que la suerte me sea un poco mas propicia a partir de ahora para así poder volver al teclado con más lógica regularidad.


Esteban